Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

domingo, 28 de agosto de 2011

Casino Royale

Como el sagaz lector habrá adivinado, no se trata de la parodia de espionaje filmada en 1967 y protagonizada, entre otros notables actores, por Woody Allen, que se trata de los enredos de su personaje (Jimmy Bond) para eliminar a todos los hombres más altos que él y quedarse con todas las chicas hermosas. En este caso se trata de otra con el fin de aterrorizar a todo mundo y avanzar en la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional.


El gobierno de Calderón ha insistido en que es mejor que otros en lo del combate al crimen organizado, pero al parecer se ha basado en el manual que el Departamento de Estado ha elaborado para mantener en tensión a los pobladores del tercer mundo cuando las cosas pueden salir de control. Por esto último podemos entender una toma de conciencia de ciertas capas de la población que no se tragan tan fácilmente las ruedas de molino de la salud económica y política de la nación, y que, eventualmente, pudieran tomar el rumbo de mirar hacia el sur como alternativa política. Lo anterior supone que los ciudadanos mexicanos serán cada vez más impermeables a los mecanismos de control psicológico y político de los Estados Unidos y resistirán mejor la propaganda de su fascismo militarista y económico, con la posibilidad de querer explorar alternativas como las que emprende Venezuela, Ecuador, entre otros países bolivarianos, para mejorar las condiciones de vida de la población.

Sucede que el modelo gringo ha fracasado, no tiene justificación alguna acatar las recomendaciones del FMI o el Banco Mundial, es absurdo plegarse al llamado Consenso de Washington, es una incongruencia no querer revisar el TLC, es notoriamente criminal autorizar cultivos transgénicos y la destrucción de arrecifes y otros recursos naturales, como también lo es permitir la operación de agencias de espionaje y desestabilización gringas en territorio nacional, como no lo es menos el unirse a las maniobras y planes del Comando Norte y dejar la seguridad nacional  mexicana en manos de un estado terrorista como lo es Estados Unidos.

Asimismo, los efectos negativos de las recetas fondomonetaristas y los compromisos fuera de toda lógica que asume México con la OCDE y demás organismos económicos y financieros internacionales hablan de una integración forzada, violenta y traumática por sus consecuencias en el tejido social nacional.

En medio de una depauperación sistémica, de una pérdida de legitimidad política, de mecanismos institucionales de expulsión poblacional gracias al desempleo y la baja creciente del ingreso y el acceso a los satisfactores esenciales, ¿cuál debe ser el ánimo esperado en los ciudadanos? Lo anterior cobra importancia política externa cuando los compromisos internacionales se contraponen a los del gobierno en el marco de la Constitución y las leyes secundarias. La disyuntiva es clara: o se cumplen unos o se cumplen otros. En este caso, Calderón ha preferido cumplimentar los intereses extranjeros a cambio de un apoyo en materia de “inteligencia” y logística militar que pasó de la “Iniciativa Mérida” a la política de seguridad nacional dictada ahora por Estados Unidos. El horno nacional no está para bollos y la población encuentra cada vez menos razones para soportar la viciosa ilegitimidad del gobierno que, día tras día, golpea su economía, la estabilidad familiar, la seguridad pública y el futuro de nuestros hijos.

La insistencia del gobierno en convertir los delitos del fuero federal en actos de terrorismo, siguiendo los intereses del Departamento de Estado y la cúpula militar de Estados Unidos, ha requerido para justificarse de actos de sabotaje a la economía nacional, de la desnacionalización del petróleo, la electricidad, de decenas de miles de muertes que junto con el desempleo, constituyen el caldo de cultivo para la declaratoria de guerra que impulse legislar en materia de seguridad nacional, que haga posible la legalización del estado de excepción, la violación de los derechos civiles, la persecución de la disidencia civil, de los defensores de los derechos humanos, de las organizaciones defensoras del ambiente, de la legalidad del voto, de toda posible oposición, independientemente que aún no se atrevan a borrar el capítulo de las garantías individuales en el texto constitucional.

El incendio en el Casino Royale de Monterrey, ha motivado la conveniente y oportuna alarma de Barak Obama, lo que a su vez provocó el “horror” del secretario general de la ONU, y, desde luego, el correspondiente a Felipe Calderón, quien aprovechó para retomar la idea de que nos enfrentamos a “actos terroristas”. Con lo anterior, la presión sobre el legislador mexicano puede ser fuerte, tan fuerte como la mentira convertida en justificación para actuar en favor de un estado de emergencia provocado, fríamente instrumentado, que permita la intervención extranjera a la par que la suspensión del estado de derecho a cambio de la erección de una dictadura militar más al servicio de los Estados Unidos. ¿Estado fallido? No necesariamente, en todo caso conspiración exitosa.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La cara legal de la traición

Los legisladores mexicanos sudan y se acongojan cuando en algún diario estadounidense aparecen notas que descubren los arrugados pliegues de la dependencia, los hilos corridos de la soberanía y el maquillaje que ayuda a disimular el rostro de una democracia de maquiladora, por encargo, para ensamblar y estampar. El sofoco de los prohombres que juegan a las vencidas con los contendientes políticos mientras fortalecen el estado de derecho, se debe a que fueron sorprendidos por el Ejecutivo cuando éste se puso la camiseta del otro equipo y logró colar un gol en la portería de la soberanía nacional. La reseña llega en inglés y los afanosos amanuenses de una y otra cámara leen con encendido patriotismo la crónica de una tomada de trasero que, al parecer, es el suyo.


Las tribunas se estremecen de la emoción que embarga a los padres de la patria, a los representantes del tercio de soberanía que legisla y debate sobre los grandes temas nacionales. La defensa de la patria queda en los encendidos discursos, en la declaración de intenciones, en la sudorosa réplica a los enemigos imaginarios con los que debaten todos en la soledad de sus curules y escaños, porque al acción concreta y el reclamo fundado y motivado que suponga compromisos y acciones que pudieran incomodar a la embajada de Estados Unidos y a la red de “cooperación” que se disemina en el suelo nacional, está fuera de discusión.

La retórica satisface lo que el trabajo legislativo y judicial omiten graciosamente en obsequio a las andanzas del Ejecutivo, con lo que la división de poderes no obra en beneficio del equilibrio sino de la concentración: la res publica es para los discursos pero, en la intimidad, la cosa va por los canales de las familias que fichan en las mesas de las trasnacionales y los monopolios privados. Se puede decir en público que el gobierno se empeña en fortalecer nuestra economía, a la par que abre las puertas a la inversión extranjera directa privada en ramas estratégicas como la petrolera o eléctrica, mediante el invento de figuras que le sacan la vuelta a la Constitución y que logran el prodigio de entregar el dominio de la nación sobre el subsuelo: los extranjeros y las entidades privadas ahora jalonean la cobija de la renta petrolera bajo el amparo de una legalidad venal que es amadrinada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (sic).

Los contratos “incentivados”, más los de servicios múltiples y los Pidiregas, constituyen piezas importantes en el desmantelamiento de Petróleos Mexicanos, en beneficio de los mismos que condenaron el texto del artículo 27 en la Constitución de 1917 y que, tras 73 años de insidias, los gobiernos del PAN les han puesto en charola de plata los veneros que nos escrituró el diablo (Ramón López Velarde dixit).

Mientras se desmantela con desparpajada codicia el patrimonio nacional, los señores legisladores solamente atinan a señalar con dedo flamígero la escasa probidad de los magistrados que violan el dominio de la nación sobre los recursos que lo integran, lo que no es poco pero es insuficiente. La SCJN ha dado muestras de formar parte del grupo de enemigos de México que, al amparo de la interpretación formal de las leyes dejan de lado los aspectos trascendentes de legitimidad histórica y de protección de lo nuestro que el legislador de Querétaro plasmó en la Carta Magna, es decir, actúan como amanuenses chambones sin compromiso político con su patrón: el pueblo de México.

La entrega de los recursos petroleros a agentes privados es una claudicación del Estado mexicano y la evidencia más clara de que el gobierno carece de legitimidad, que es un peligro para México y que sus acciones son simple y llana traición a la patria. En el poder Ejecutivo y en la SCJN están los nuevos miramones y mejías, al servicio del imperio y contra los intereses nacionales. Se espera y exige una mayor firmeza por parte del poder legislativo. Ya.

viernes, 12 de agosto de 2011

Colaboracionismo criminal

Caballo de Troya (Rocha)
La prensa ha dado cuenta de una traición más al sufrido país que es México. Se sabe que la CIA, DEA y Pentágono, con el pretexto de coordinar la lucha contra el narcotráfico, se han instalado en algún puesto militar del norte del país, mientras que en Paseo de la Reforma 225, Colonia Juárez, DF, se traman las acciones policiales que obedientemente los cuerpos de seguridad han de ejecutar bajo la supervisión de los gringos que se ocultan tras pasamontañas y uniformes nacionales. Así las cosas, la soberanía nacional queda como una referencia histórica a lo que pudo haber sido y no fue del Estado mexicano. Un Estado que no tiene el atributo de la soberanía no lo es tanto y sí una colonia que orbita su metrópoli, en este caso Estados Unidos.


Quizá sea del agrado de algunos que los gringos vengan a “poner orden” y garanticen la legalidad, la seguridad y el progreso del país. Probablemente los buenos mexicanos que sólo desean paz y tranquilidad no quieran comprometerse con su país y prefieran dejar que otros hagan su trabajo ciudadano. Pudiera ser que las autoridades federales y estatales, siguiendo la lógica empresarial que nos ha arruinado, supongan que es mejor importar que producir, así que compran servicios que bien pudieran fortalecer en el interior, comprometiendo de pasada la capacidad nacional de tomar decisiones en asuntos que son (o debieran ser) de nuestra exclusiva competencia.

Justiciero
Quizá piensen que los gringos son la modernidad encarnada y que su sentido de la justicia es garantía de orden y progreso, pero no toman en cuenta que las más grandes acciones genocidas del siglo XX y lo que va del presente son obra de ese “justiciero” que busca chivos expiatorios del fracaso estrepitoso de su modelo económico, de la profunda corrupción de sus instituciones políticas y económicas y de la muy negociable administración de justicia, que obedece al interés económico más que al legal.

Los panegiristas del vecino del norte ven sin fijarse las grietas del sistema por razones de corrupción. Pretenden ignorar que las grandes corporaciones manipulan al gobierno y lo lanzan cada que se les ocurre a aventuras militares que rinden grandes ganancias, mientras que siembran el hambre y la desolación en países enteros, como es el caso de Afganistán e Irak, cuando no intervienen para quitar y poner gobiernos a su gusto en estados soberanos, como Guatemala, Chile, entre muchos otros.

Estados Unidos ha impulsado brotes de disidencia y fomentado la desestabilización de muchos gobiernos en América Latina, financiando grupos estudiantiles y militares, empresariales y periodísticos, en favor de la subversión y ruptura del orden legal para imponer a sus títeres.

Por otra parte, el empresariado nacional, salvo excepciones, han optado por ser gerentes de las corporaciones gringas, y ponen a su servicio las estructuras productivas de la nación con el resultado de una mayor dependencia y escasa generación de empleo permanente.

El gobierno nacional convertido en colonial, trabaja para agudizar el ambiente de intranquilidad y generar las condiciones para la suspensión de garantías y el control militar de la vida ciudadana. Es un golpe de Estado desde el gobierno, contra la sociedad y el estado de derecho.

Los señores legisladores fingen desconocer el alcance de los acuerdos tomados entre el Ejecutivo y Washington, hacen aspavientos y reclaman la investigación que aclare la naturaleza de ellos y sus alcances, con lo que se apuntala la noción de “Estado fallido” que no hace mucho vendió a los medios informativos el Departamento de Estado, bajo el mando de Hillary Clinton, encargada del tránsito de aguas negras de Washington hacia el resto del mundo.

El modelo colombiano parece ser una de las guías en las operaciones “en favor de la democracia y el libre comercio”, ahora complementadas con la logística de Afganistán e Irak, a lo que llaman “inteligencia” que se comparte con México en la turbia guerra contra el narcotráfico apoyada por Calderón e instrumentada por las agencias gringas señaladas al principio de este artículo.

Estados Unidos es un país que ha demostrado su ineptitud en materia de deuda pública, su corrupción escandalosa en el rubro empresarial y su peligrosidad genocida en el escenario mundial militar. Son un peligro para el mundo, y aun así el gobierno mexicano se pone de alfombra para que pase un loco derrochador, pendenciero y amoral. ¡Vaya negocio!

jueves, 4 de agosto de 2011

Viendo llover y no mojarse

Hermosillo sufrió los embates de una lluvia fuerte y con granizo que desquició el tránsito y la vida citadina. El martes 3 de agosto me encontraba cómodamente instalado en conocido restaurante del centro, conversando con un amigo, cuando el meteoro azotó el pedazo de geografía donde me encontraba y provocó el cambio de tema en cada una de las mesas ocupadas por azorados comensales.


Minutos antes comentábamos sobre lo poco confiables de los pronósticos del clima, que señalaban que llovería. “¿Llover en Hermosillo?, ¡no es cierto!, nomás amenazan…” La certidumbre de estar frente a un rumor confirmado produce cierto malestar, como que reduce las posibilidades de estar haciendo afirmaciones climáticas con aires de sabelotodo.

La incomodidad de haber puesto en duda la adivinanza meteorológica pronto se transformó en jolgorio local: nadie resistió la tentación de levantarse y ver la calle convertida en alegre chapoteadero urbano. El agua corriendo por entre vehículos y peatones en una competencia a ver quién llega primero al desagüe inexistente, en una ciudad pensada al margen del clima y las circunstancias.

La precipitación del granizo puso la mota musical en los locales cuyos techos servían de blanco al inesperado bombardeo de hielo que, en trocitos, colmaba las aceras y practicaba el vandalismo en los vidrios de los locales comerciales. Los cristalazos fueron por causas naturales y no por las sociales que nos empeñamos en disimular.

Hubo que elevar el volumen de la voz para poder conversar acerca de lo fuerte del ruido provocado por la pedrea celestial, mientras que los meseros cambiaban de uniforme y se ponían el de empleados del aseo: las escobas, trapeadores y cubetas de plástico, azules, amarillas y anaranjadas, salieron al escenario a instrumentar su melodía vespertina, con el acompañamiento de los abanicos gigantes que palian el calor y hacen volar las ideas, las servilletas y la sensación de bochorno cuando la temperatura llega a los 47º grados.

La curiosa combinación de temperatura, lluvia y granizo, permite ampliar el campo de las especulaciones acerca de las bondades de plantar árboles “propios de la región” en vez de otros que produzcan sombra. Los camellones de los bulevares se ven poblados de cactáceas y la visión del desierto llegando a la garganta parece una constante que nos persuade de la poca cordura de las autoridades municipales, que se complacen en derribar árboles adultos de espléndido follaje o cambiarlos de lugar para que pronto se sequen.

De repente pasa por la acalorada cabeza de alguien el recuerdo de que la ciudad ha crecido sin orden ni concierto, a la brava, gracias al impulso de la especulación, de ganarle terreno a huertas, acequias y áreas verdes (la destrucción del Parque de Villa de Seris es un ejemplo reciente) en aras del “progreso” y la “modernidad” que atraen inversiones y abren posibilidades de empleo. También se consideran los datos de que en la ciudad no se respetan las más elementales normas del urbanismo: tenemos déficit de áreas verdes que el propio gobierno se ha encargado de aumentar.

Pero las remodelaciones a las plazas públicas siguen consistiendo en la eliminación de zacate, árboles y otros vegetales. Las planchas de cemento revisten la tierra y la permeabilidad que pudiera recargar los mantos acuíferos deja de existir porque no sale en la foto. El ornato frío y desangelado espanta a los limpiadores de calzado, quienes dejaron de tener un modo honesto de vivir y se declaran parias del Jardín Juárez, gracias a los cajones de plástico donde algún vivillo supuso que el trabajo de asear el zapato ajeno debía estar debidamente almacenado.

Los hermosillenses de los años 50, 60 y 70 deben recordar la frondosidad de los árboles del Centenario, Rosales, la Plaza ahora llamada Zubeldía, entre otros espacios que embellecían la ciudad y mejoraban en mucho su aspecto, y comparar con la perversidad ecológica que sufrimos entre chorros de sudor y mareos por hipertermia.

Y para que los males sean mayores, carecemos de agua corriente. Se condiciona su consumo a los más mientras que los menos gozan del líquido bajo el supuesto de la generación de empleo: como no existe idea de lo urbano, las autoridades se conforman emitiendo de vez en cuando alguna perogrullada sobre el agua que Hermosillo tendrá en el futuro, pero sin cambiar en lo esencial el criterio de su uso y distribución que nos ha llevado al extremo de privilegiar las empresas en vez de los hogares.

Mientras tanto, la lluvia cae con menor intensidad, hasta quedar convertida en una coladera que agota sus reservas convertidas en riachuelos menguantes cuya misión principal es la de salpicar a los transeúntes al paso de los vehículos, enlodar zapatos y oprimir una vez más el botón de los recuerdos de aquello que fue la Ciudad de los Naranjos.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Tuércele el cuello al cisne

Ahora le quieren ver la cara al ciudadano usando una colección de máscaras teatrales y de encendida verborrea de amor y paz, de besuqueos impúdicos, de apapachos fraternales entre las ovejas y el lobo, de acuerdos entre tiburones y sardinas, entre gringos y latinos, entre las hormigas y el oso de trompa aspiradora y mirada golosa. En este contexto, más vale leer con cuidado el mensaje de los poetas decimonónicos mexicanos, que algo sabían de la perfidia y la simulación que aderezaba la lucha política entre liberales y conservadores. Bajo toda esa paja está un proyecto de nación, un ideario político y una lucha de clases, cuyos antagonismos son inocultables e irreconciliables. Va, por ejemplo, el siguiente poema:

TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE

Enrique González Martínez (1871-1952)



Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje

que da su nota blanca al azul de la fuente;

él pasea su gracia no más, pero no siente

el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje

que no vayan acordes con el ritmo latente

de la vida profunda... y adora intensamente

la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas

desde el Olimpo, deja el regazo de Palas

y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...

Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta

pupila, que se clava en la sombra, interpreta

el misterioso libro del silencio nocturno.


 


martes, 2 de agosto de 2011

Que deje de ser ojete...

El grupo de familiares de migrantes desaparecidos fue recibido en el atrio de la Catedral por el rector de ese recinto, Manuel Arellano Rangel, quien manifestó la solidaridad de la Iglesia con quienes dejan sus países en busca de un mejor futuro. Luego, la caravana se dirigió a la antigua sede del Senado, en Xicoténcatl, para sostener una reunión con legisladores. Ahí, el sacerdote Alejandro Solalinde dijo: Insistimos al gobierno de México en que no sea más el gendarme de Estados Unidos, que deje de ser agachón hacia arriba y deje de ser ojete con nuestros hermanos centroamericanos. La Jornada, 2 de agosto de 2011.

El verdadero Estado fallido

Todo mundo está entretenido con el estira y afloja que los republicanos y los demócratas hacen de esa cuerda económica que se enrolla en el cuello del señor Obama. La decapitación es inminente porque, aunque el cuello de los negros ha demostrado ser lo suficientemente resistente como para entretener a los gringos durante buena parte de su historia independiente, no hay cuello que resista tantas inclinaciones a la voluntad conservadora y los estirones correspondientes, en cuotas de poder que ya calan en el ánimo de los cada vez menos tranquilos ciudadanos.



¡Uppps!
 Declaratorias van y vienen en el palenque de la democracia que se empeña en ver colores más alegres en donde hay negrura, dolor y ninguneo santificado por las buenas costumbres protestantes. La cabeza del presidente de la negritud anglosajona parece resistir también, a despecho del interés republicano de verla caer como pera madura, el juego del equilibrio parlamentario que se convierte con facilidad gringa en lucha en el lodo. Se trata del presupuesto de un país que gasta más de lo que produce.

Los gringos viven una ficción basada en el optimismo de ser ellos, el país soñado que se autoproclama “hogar de los valientes y tierra de los libres”, que ahora visto de cerca parece más el cubil de los depredadores más grandes de la historia, de los onanistas crónicos que resuelven sus problemas estirando la mano y apropiándose de los recursos de los vecinos. De los matones de barrio que azotan con su viciosa inhumanidad a los que están a su alcance.


Declaración de principios
 Esa pústula militar-industrial-financiera se revuelve en sus propias excrecencias y en sus estertores cimbra al mundo, sobre todo las economías más ligadas a la estridente farsa de relacionar la libertad política y los valores de la democracia con los del mercado, siendo que son categorías sociales mientras que el otro responde al interés privado. El Estado gringo como representante de Occidente ha subvertido los valores mundiales, los ha uniformado, destruyendo las variantes culturales de la humanidad, las ha convertido en objetos intercambiables según el capricho de un idiota con pujos de divinidad. Sobre este desastre está el dólar como máxima expresión de la cultura gringoide: según esto, el ambiente, los valores, la idiosincrasia, la cultura y la identidad nacional entre otros aspectos, son mercancías que en el gran mercado internacional se cotizan en dólares.

Todavía en la actualidad, los gringos dan en restregar a los europeos aquello de que “nosotros los liberamos”, en morboso recordatorio de la Segunda Guerra Mundial, donde cosecharon éxitos y aplausos gracias a la que fue una inversión multimillonaria a cambio de los derechos a perpetuidad sobre el destino de Europa y parte de Asia. Cada dólar invertido por ellos en armamento, logística y tecnología ha sido devuelto en forma de bases militares, control político y económico de los países aliados y los que no lo fueron, como se puede colegir del ingreso a la OTAN de países que, como España, formaron ideológicamente del lado de los perdedores.

Buena voluntad...
La guerra, ayer y hoy ha sido el negocio redondo de Estados Unidos. Si no hay conflicto en curso, las agencias de inteligencia como la CIA se encargan de que los haya. Un levantamiento “popular” aquí, otra insurrección allá, una protesta contra el gobierno acullá tienen como origen la capacidad corruptora del dólar en las mentalidades colonizadas de los apátridas, de los convenencieros que trabajan para el extranjero a costa de su identidad nacional y de sus compromisos trascendentes como nacionales de tal o cual país.

El sistema económico se toma por perfectible, por algo sujeto a reformas que no toquen su carácter esencial, siendo que la historia ha demostrado que los sistemas económicos se agotan y son sustituidos por otros que resuelvan sus contradicciones al menos transitoriamente. Es decir, los sistemas económicos no son eternos, y la historia del capitalismo ha demostrado, sobre todo desde los últimos 20 años del siglo pasado, ser víctima de una enfermedad irreversible y mortal. La lucha de los demócratas y los republicanos y sus adjuntos del Tea Party es una que se escenifica en el lodo de un sistema moribundo al cual se le quiere dar vida artificial a costa de la humanidad entera.


Alianza para la prosperidad...
 Como usted sabrá, Obama se ha tragado sus discursos y ahora justifica con patética inconsistencia su falta de liderazgo político y su primogenitura perdida por un plato de lentejas. Triste papel del que sedujo con sus promesas a un electorado harto de la grosera política de exclusión de Bush. Ahora siguen siendo marginados los mismos, sólo que la amenaza de los recortes a rubros importantes de la seguridad social se va a cumplir por “causas de fuerza mayor”. El sistema se alimenta de la sangre y las expectativas de los electores y mueve sus engranajes con el lubricante de la estupidez internacional de tolerar imposiciones genocidas en forma de recortes a la seguridad social, bajos niveles impositivos a los ricos y super-ricos, mayor carga para los asalariados y concesiones sin freno a la voracidad de las trasnacionales.

Con Obama se demuestra que los gringos lo siguen siendo independientemente del color de su piel, de su filiación política en el bipartidismo que en los asuntos fundamentales termina siendo unitario; también resuelve la duda sobre el significado preciso del premio Nobel de la Paz, ahora en manos del presidente de una nación dedicada a agredir a las demás y que no ha cesado la política militarista del republicano Bush, sino que la ha profundizado.


Sí, es cosa de no aflojar el paso.
 Estados Unidos escenifica el réquiem del sistema, la falacia del American Way of Life, el fin de la credibilidad de un sistema que vive de prestado e insiste en no pagar con sus propios recursos, sino con los de los pueblos uncidos al carro del sistema que regentean con, hasta ahora, absoluta impunidad. Es un país que bien caracteriza al Estado fallido, víctima de una mentira histórica donde los valores cívicos se convirtieron en mercancía y la libertad y la democracia terminaron cotizando en la bolsa de valores y generando burbujas especulativas que, más temprano que tarde, han estallado en la cara presidencial.