El gobierno de la república petrolera
de Copetitlán tiene una grave responsabilidad: convencer a la población de las
bondades de importar gasolinas en vez de producirlas, ya que los costos
políticos de la autosuficiencia pueden ser terribles. ¿A quién le gustaría
padecer los agobios de la independencia en un mundo cada vez más estrechamente
vinculado a las trasnacionales? ¿Qué ganamos con proteger nuestros cultivos de
la mala semilla transgénica si esto ofende y decepciona a Monsanto y al
mismísimo gobierno de Obama? ¿Para qué queremos el petróleo si con ello
concitamos la envidia y codicia de Shell, Standard Oil, Texaco y demás pulpos
petroleros en este mar de sardinas? ¿Qué va a decir Iberdrola si en vez de
comprarle fluido eléctrico tenemos la osadía de producirlo en beneficio de los
consumidores nacionales?
Hoy tenemos fuertes movimientos de
protesta por la labor legislativa desarrollada por los representantes populares
en obsequio a las iniciativas del presidente copetitlano. ¿Por qué protestan
los maestros, los defensores el petróleo y los ciudadanos que no quieren alzas
en los impuestos? Ya lo dijo el señor presidente: están desinformados. No
logran entender las bondades de ser asalariados bajo un régimen de
disminuciones de la capacidad de compra, aderezada por los mensuales
incrementos al precio de la gasolina, más los costos crecientes e imparables de
las subsistencias populares. ¿Qué no entienden que es importante tener una base
laboral semi-desempleada y sub-empleada disponible para las maquiladoras,
establecimientos de comida rápida y las mil y una franquicias que se instalan
incentivadas por la baratura y abundancia de la fuerza de trabajo?
¿Acaso no es emocionante vivir en un
país donde el empleo se evapora y la precariedad se convierte en norma laboral?
¿No entienden que es progreso poner al país en pública almoneda junto con las
expectativas de bienestar ciudadano? ¿Qué pretenden con exigir estabilidad
laboral y salario digno? ¿Creen que con protestas y plantones van a detener la
marcha del progreso?
El gobierno de la república
copetitlana debe proveer lo necesario para el cumplimiento de la Ley Suprema,
así que los ajustes y modificaciones al marco constitucional se vuelven necesarias para encajar con los
supuestos del modelo económico que el estado neoliberal ha asumido como propio.
Ya basta de nacionalismos embarazosos que nos ponen en entredicho con la Casa
Blanca y los organismos financieros internacionales. ¿Usted se imagina el oso
trasnochado de esgrimir argumentos en favor de la defensa de la soberanía
nacional, los recursos naturales, el patrimonio energético, la biodiversidad,
incluso la cultura y la historia? ¿Y la modernidad?, ¿y la puesta al día y a la
vanguardia?, ¿y la oferta del país como
lugar propicio para las inversiones sin condiciones de respeto ambiental o
cultural, o legal? ¿En qué plan quedaría nuestro máximo copete ante los
sensibles y decepcionables mandatarios reunidos de la OCDE?
Se acusa al gobierno de ponerse al servicio
de intereses extranjeros, pero no se entiende que ellos son palanca de progreso
y desarrollo. Baste recordar la enorme aportación del extranjero en tiempos de
Don Porfirio, sobre todo en materia laboral como lo atestigua la explotación cuprífera de Cananea antes de la
revolución, o la explotación maquiladora en la segunda mitad del siglo XX y los
tiempos que ahora corren. Es verdad sabida que los extranjeros han enseñado a
los trabajadores copetitlanos una lección maravillosa: vivir bajo la bota del
capataz con un mínimo de recursos alimenticios y sanitarios es estar al día y a
la vanguardia. Lo anterior ha dado fuerza a nuestra planta laboral que ahora ha
sido favorecida por la actual reforma legal.
¿Que no ha repuntado el empleo?, ¿que
la precariedad es norma vigente?, ¿que existe malestar general entre sectores
empresariales y los trabajadores por la reforma hacendaria?, ¿que la gran
mayoría rechaza los cambios a la Constitución en favor de la privatización de
Pémex? Es cosa de profundizar el modelo y las reformas son para eso: la
dependencia con el extranjero nos acerca a los beneficios del progreso y ya no
tendremos por qué preocuparnos por los avatares de la soberanía nacional. ¿Que
nos regresamos al estadio histórico de la Colonia? No hay tal, simplemente se
trata de uniones estratégicas de beneficios asimétricos que servirán para que
el sistema global siga funcionando.
Por fortuna para los propósitos del
gobierno, se cuenta con las televisoras en la labor de inducción. Las reformas
tienen una caja de resonancia de corte similar al Teletón y con similares
beneficiarios como son los empresarios. El pueblo, la masa ciudadana, está para
aportar sangre, sudor y lágrimas.