Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

martes, 22 de diciembre de 2015

Los buenos deseos

                                                                  “Una mentira lleva a otra” (Terencio).

Soplan los vientos de invierno y las cobijas y ropa abrigadora se convierten en el tema obligado de nuestros afanes cotidianos. Si durante el año logramos acumular una buena cantidad de insatisfacciones y reclamos, ahora en la temporada decembrina los problemas parecen dejarse embeber de jarabe para la tos y cierta dosis de tolerancia edulcorada. Los villancicos, el glamur de las reuniones etílicas, los tamales, el champurro y los churros se convierten en imperativo categórico de una sociabilidad aletargada por la jodidez ambiente que despierta y bosteza ante las buenas nuevas oficiales: que Sonora “tiene plan y rumbo” arranca sonrisas y motiva a chascarillos sarcásticos, a ataques de risa por el despropósito declarativo, producto de un lameculismo mercenario y deleznable.

Somos los mismos que Grupo México desposeyó de un río con una larga cauda de vida, sembrando veneno y desolación, pero seguimos en las mismas. Seguimos colgados de la brocha de los discursos, las declaraciones triunfalistas, los periodicazos cotidianos, los tacos de legua y el jolgorio etílico que aletargan la conciencia, pero los aires festivos parecen tener un efecto lubricante que atenúa el escozor de la burla y el ultraje.

Estamos en la temporada donde reinan los frentes fríos, los nublados y los pretextos de reunión social que incitan a ver con otros ojos los esfuerzos de las ficheras académicas vestidas de “asesor” que no sólo aplauden el bodrio sexenal, sino que aprovechan la inopia intelectual y técnica del gobierno para ordeñar las generosas ubres de las dádivas y canonjías de coyuntura con la oferta de espejitos y cuentas de colores para el pueblo, y contemplamos el penoso espectáculo de una oferta de rumbo y soluciones que no parten del análisis sereno de la realidad estatal. La ignorancia es buen negocio, después de todo.

Por los rumbos del sector comercial citadino se ve otras caras y otras voces, llenas de expectativas que no ocultan sus afanes de sobrevivencia: comerciantes del centro y sur del país nos venden, entre otras cosas, piezas de una gastronomía vagabunda, alegre y memoriosa, representante plenipotenciario del otro México que nos complacemos en ignorar cuando se trata de las protestas de los maestros y de los muchos otros agraviados por las “reformas” neoliberales y los crímenes de lesa humanidad con que el sistema nos persuade y convoca a la desmemoria y la indolencia.

En Hermosillo, las calles del centro se ven abarrotadas y el contacto humano involuntario adquiere proporciones épicas. La multitud de humanidades en colisión constante son un espectáculo dantesco, que permite apreciar el valor de la individualidad en lucha con otras por el mismo espacio en el mismo tiempo. Por desgracia, el arte sutil del robo por contacto ha caído en desuso, ya que desde que se descubrió que cualquier imbécil armado y amenazante podía hacerse de las pertenencias de otros, las habilidades manuales de los cacos no fueron necesarias y sí cualquier arrogante, burda y desprolija manifestación de violencia. Otros tiempos, menos cultos y más inmediatistas.

En días normales, la inseguridad corre por cuenta de las corporaciones policiacas en sinergia con la delincuencia organizada o silvestre, dando un toque urbano a las interrelaciones ciudadanas, que se ven incentivadas por el riesgo percibido al salir a la calle, circular en horas inapropiadas o meterse en lugares donde, sin duda, acechan peligros y riesgos que nos colocan en la ola del crecimiento urbano. En este escenario, la civilidad se cubre el rostro y asume una identidad desconocida, no vaya a ser que se le confunda y agreda por practicantes de la cultura del abuso y agandalle.

En la época navideña, el consumismo nos envalentona y, al sonar de las monedas y el crujir de los billetes, nos lanzamos a la aventura cíclica de la liquidación del aguinaldo. Nos armamos del valor inyectado por la hipodérmica del poder comercial televisado, impreso y difundido por radio, en una cacofonía que termina por ablandar el último bastión de sensatez y precipitar la caída de la prudencia y la austeridad para hacernos decir alegremente: “¡lo compro!” Cierto es que mañana será otro día y que sólo se vive una vez, pero ¿por qué acabar de una vez pa’ todo el año?

Mientras que la ciudad se conmociona al son de las campanas de Belén y beben y beben los peces en el río, los habitantes de Sonora padecemos por anticipado el síndrome de abstinencia a que obligarán las alzas en la tarifa del agua, la mentada de madre municipal avalada por el Congreso que finalmente nos demuestra que no nos representa y sí a los mismos depredadores que “ya se fueron”. El agua está siendo convertida en una mercancía y su acceso quedará limitado por la capacidad de compra de los “clientes”, en un mercado cautivo y aborregado que lame sus heridas y toma, por la temporada, chupitos de alcohol azucarado. ¿Será posible que la actitud “modosita”, “prudente” y “madura” finalmente se llame por su nombre: ¿méndiga cobardía, deshuevamiento colectivo, apatía pestilente y complicidad con los abusones y rateros?

Son tiempos de generosidad y desprendimiento, de compartir las bienaventuranzas y dones logrados en el año, pero ¿tiene que ser unilateral la acción de compartir? ¿Solamente el pueblo debe aportar su tolerancia, apoyo y beneplácito a la acción o inacción gubernamental? ¿Debemos perdonar a Grupo México y reconocer que su poder corruptor es tan amplio que lo mismo influye en investigadores académicos que en funcionarios públicos? ¿El olvido de agravios y daños está bien por la temporada?

¿Debemos creer que es una buena noticia la instalación de empresas industriales que seguramente requerirán de agua en cantidades que hacen falta para consumo humano? ¿Quiénes en realidad pagarán el precio de tener más maquiladoras en Sonora? ¿Cuándo se pensará en la conveniencia de desarrollar iniciativas industriales propias y ecológicamente viables? ¿Hasta cuándo la creación de “500 empleos directos” puede dejar de ser argumento y decidirnos a empezar a planear nuestro desarrollo de acuerdo a la realidad de los recursos naturales, técnicos y humanos disponibles? ¿Cuándo regresaremos a la planeación pública basada en rigurosos diagnósticos sectoriales y al desarrollo de programas congruentes con nuestros recursos y las expectativas de mejora y bienestar?


Seguramente todos estamos animados de buenos deseos, de sueños y esperanzas por un mejor estado, ciudad y país. Debemos felicitarnos por las intenciones de salud y bienestar, pero también por el conocimiento de la realidad que debemos modificar. ¿Por qué no hacerlo?

domingo, 13 de diciembre de 2015

Diputados autistas

                         “Los traidores son mal vistos incluso por aquéllos a quienes sirven” (Tácito).

Como ha quedado demostrado, la opinión, necesidades y circunstancias de los ciudadanos, cuyos intereses son formalmente representados en el Congreso del Estado por los diputados, no cuentan para nada ni influyen ni orientan el voto de los legisladores. El Poder Legislativo del Estado Libre y Soberano de Sonora padece de autismo.

Al parecer, son más apegados a los impulsos digestivos y a la disciplina impuesta por sus respectivas formaciones políticas, sin negar que algunos actúan y deciden el rumbo del interés colectivo “a título personal”. En el submundo de la politiquería aldeana y patrimonialista, el trabajo legislativo es bien visto y se valora de acuerdo a la obediencia de consignas y la “línea” del pastor político, de suerte que la elección al cargo es el momento único en el que el ciudadano tiene que ver con la suerte del diputado. Lo demás corre por rumbos ajenos y lejanos del pueblo elector.

¿Para qué otras cosas sirven las votaciones si no para elevar políticamente a alguien de quien se ignora casi todo? ¿Qué responsabilidad tienen los diputados con “gente que ni conocen” y cuyas demandas no asumen como propias? ¿Qué problema puede haber con decir en la campaña una cosa y, ya en el cargo, hacer otra? ¿El diputado representa a los ciudadanos de su distrito o al partido por el que se postula? ¿Quién determina sus prioridades?, ¿la gente común, su dirigencia o los intereses personales que se evidencian en la coyuntura? Lo anterior viene a propósito de la votación que hizo posible el aumento en la tarifa del agua en Hermosillo a sufrir empezando el nuevo año.

Nos preguntamos, ¿qué hicimos mal los habitantes de Hermosillo, además de votar por los mismos?, y de inmediato salta la respuesta: hemos acostumbrado a los políticos a hacer lo que se les viene en gana, actuando de manera “modosita”, con demasiada prudencia como para ser tomados en serio. Usted dirá con razón que se organizan marchas, que hay mítines, que se publican pronunciamientos en las redes sociales. En efecto, hay constancia suficiente de la inconformidad ciudadana, pero aun así los diputados siguen ignorando a los electores ya que no afectan o impiden las acciones que se critican.

¿Cómo hacer que la voz y voluntad ciudadanas estén presentes en los votos de quienes legalmente son sus representantes? Evidentemente hay que cambiar de estrategia para hacer valer los derechos que la Constitución consagra.

Los ciudadanos verdaderamente “empoderados” buscarían organizar asambleas donde se convoque a los representantes en el congreso y el cabildo para pedir explicaciones sobre los asuntos públicos en los que intervienen y manifestar su voluntad con claridad y contundencia; lo anterior supondría una organización de barrio, colonia o sector que funcionaría de manera horizontal y transparente, convocada por un comité vecinal rotativo que se encargaría de los aspectos organizativos y logísticos. Los diputados y regidores tendrían que sujetarse a los acuerdos de los vecinos de su distrito, so pena de ser señalados como indignos de su representación.

Al parecer, aun no se entiende que un representante, llámese diputado o regidor, no es autoridad por sí, en tanto que sólo posee las facultades que el pueblo elector le delega en los términos de las leyes vigentes. El diputado no se manda solo, sino que debe honrar en todo momento y lugar la representación que se le confirió mediante el voto.

Si el pueblo ve que los supuestos representantes traicionan su confianza y trabajan para satisfacer otros intereses, está en pleno derecho de retirarles la confianza y, por obviedad, promover que les sea retirada la responsabilidad que no han sabido cumplir.

Es necesario que a las marchas y mítines se agreguen medidas como plantones frente al Congreso, módulos de información permanentes en plazas y lugares de reunión popular, formas organizadas de difusión en redes sociales, visitas domiciliarias informativas, movilización periódica de vecinos, sindicatos independientes y solidarios y contacto permanente con los medios de información locales y regionales. De ser necesario, plantones frente a las oficinas y domicilios de los diputados y otros funcionarios involucrados. Los ciudadanos podrán participar de acuerdo a sus posibilidades en un esquema incluyente y equitativo regido por la solidaridad y la búsqueda del bien común.

Por otra parte, nuestra entidad es víctima de la irresponsabilidad ecocida del empresario Larrea quien con su actividad extractiva ha envenenado el Río Sonora, pero tal crimen de lesa humanidad no sería posible si no fuera por una comunidad que prefiere el desahogo verbal y los paliativos a las decisiones firmes y contundentes. ¿Qué fideicomiso puede pagar el daño sufrido por Sonora, en lo ambiental, lo productivo y en la salud de ésta y las futuras generaciones? ¿De qué manera se obliga a los representantes populares en el Congreso a garantizar el remedio y las medidas legislativas para evitar que se siga dañando el agua y la tierra de los sonorenses?

Por el lado de la llamada sociedad civil, ¿dónde están las acciones permanentes y continuas en favor de los afectados? ¿Cuáles organizaciones sindicales y ONG participan decididamente contra los abusos y complicidades de los delincuentes ambientales? ¿Qué instituciones de salud y qué profesionales independientes están interviniendo con sus recursos científicos, técnicos y materiales? ¿Qué hacen las cámaras empresariales en favor de la comunidad? ¿La cúpula empresarial solamente se pronuncia en apoyo a quienes ostentan el poder sexenal, o son capaces de participar en acciones por el bien común?

En este sentido, es ejemplar la labor científica y humanitaria que desarrollan académicos universitarios como Reina Castro Longoria y Antonio Romo Paz, entre otros agremiados del STAUS, en favor de hacer explícita la verdad sobre las consecuencias del derrame tóxico minero de agosto de 2014, y de la salud de las comunidades afectadas, entre las que se cuenta Hermosillo.

Si durante el período del panista Javier Gándara se contrató a una empresa española para construir y operar una planta tratadora de aguas, en beneficio de productores agrícolas y ganaderos, ¿por qué los consumidores domésticos del líquido deben pagar por algo que no les corresponde? ¿Cuál es la razón válida que obliga al ciudadano común a subsidiar a una empresa privada extranjera?


  Si la calidad del agua es, por decir lo menos, cuestionable, y además se deberá pagar un aumento en la tarifa no sólo desproporcionado sino evidentemente injusto, que huele a encubrimiento de raterías y favoritismo empresarial, Sonora merece replantear la respuesta ciudadana en favor de su propio bienestar y progreso, lo que implica abandonar la comodidad de la inercia, el conformismo y la pasividad, y aceptar una verdad inquietante: “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”.

lunes, 7 de diciembre de 2015

La amenaza del cambio

      “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” (Giuseppe Tomasi di Lampedusa, 1896-1957).

Como sabe, la derecha ligada a los intereses de EE.UU. se encuentra de plácemes por la victoria en la Asamblea Nacional de Venezuela, al alcanzar una mayoría significativa. De inmediato Mariano Rajoy de España y John Kerry de EE.UU., se pronunciaron entusiasmados por el resultado electoral: “Ganó la libertad”, dijo Rajoy, mientras que Kerry ofrecía el “apoyo” de su país en favor del cambio venezolano.

Recientemente, en Argentina, la derecha obtuvo la presidencia de la república venciendo al kirchenismo, en una votación que, se dijo, cambiaría la correlación de fuerzas en América Latina en favor del conservadurismo formateado de acuerdo a los intereses del FMI y el capital internacional ligado a los intereses del Norte.

Mientras que en América Latina se observa un avance de la derecha, en Francia Marianne Le Pen también celebra con entusiasmo el avance legislativo de la derecha ultraconservadora que representa el Frente Nacional, y en Oriente Medio los intereses petroleros de Occidente prosperan a costa de la estabilidad política de la región y del respeto a los derechos humanos. El terrorismo más absurdo castiga a la población civil de Palestina, Irak y Siria, mientras que EE.UU., Francia, Alemania e Israel dicen combatir a dichas fuerzas homicidas, al mismo tiempo que las financian, protegen y arman. Israel es comprador seguro vía Turquía del petróleo que saquea el “Estado Islámico”, con lo que forma parte de la red de complicidades que ha tejido Washington en esta sufrida región del planeta.

En México, una población decepcionada del PRI votó hace 15 años por el PAN, para volver a llevar a la presidencia nuevamente al PRI en 2012, en la persona de Enrique Peña Nieto, quien profundiza la aplicación del recetario neoliberal en perjuicio del bienestar nacional. En Sonora se votó hace seis años por el PAN, para ahora hacerlo nuevamente por el PRI, con Claudia Pavlovich. En Hermosillo ha ocurrido una transición similar. A estas alturas, es difícil negar la fatalidad de la teoría del péndulo bajo la premisa de un bipartidismo de facto que opera en la decisión del voto ciudadano.

Tanto el PRI como el PAN han basado su discurso y éxito electoral en los defectos y vicios del otro, haciendo frente común contra quienes se presentan como de oposición al sistema. El bipartidismo tiende a eliminar la competencia, que no encaja en el esquema de corruptelas y complicidades, para el buen funcionamiento tanto del gobierno como de su maquinaria electoral y clientelar. El cambio, desde una verdadera oposición es una amenaza.

En un sistema basado en la corrupción, la política cede su espacio a los negocios, de suerte que los partidos dejan de obedecer a una determinada ideología para abrazar con entusiasmo la posibilidad de hacer alianzas y suscribir pactos no sólo ajenos sino lesivos para sus electores. La opacidad y la manipulación informativa son esenciales para la buena marcha de las estructuras clientelares que ven oportunidades de mercado en la traición y el engaño. La identidad ideológica y el proyecto de país terminan estorbando al impulso empresarial privado, con lo que la función social del quehacer político queda reducida al espacio de los discursos y las explicaciones o justificaciones de la traición a la voluntad ciudadana. En este sentido, resulta fácil criticar el alza de impuestos cuando se es “oposición” pero justificarla cuando se es gobierno. Tal es el caso de la tarifa del agua en Hermosillo y del incremento de la deuda para efectos de financiamiento.

Tanto panistas como priistas acuden al crédito que se traduce en deuda, así como al alza de las tarifas de los servicios públicos, en un círculo vicioso donde la ineficiencia administrativa favorece los negocios y enriquecimientos privados, la corrupción, el desfalco al erario y, de nuevo, más deuda y más alzas en impuestos y tarifas de servicios.

Si es claro que el sistema es corrupto y corruptor, ¿por qué las organizaciones que dicen defender los derechos ciudadanos aceptan el alza en los pagos “si son escalonados”? ¿Cómo justificar un aumento (el que sea, como sea) en las obligaciones ciudadanas si no existen indicios de justicia y equidad en los cobros? ¿Por qué no hay respuestas colectivas enérgicas contra el abuso y el fraude? ¿Qué espera la sociedad para sentirse aludida y ofendida? ¿Cuándo entenderemos que lo que pasa en el mundo, México y Sonora es parte del arsenal de problemas y abusos del sistema económico global dominante? Es claro que el sistema da zarpazos desesperados y sus efectos son temibles, pero también lo es que la enajenación capitalista ha llegado a niveles extremos. 

Las experiencias históricas sugieren la imperiosa necesidad de una reacción ciudadana masiva ante la absurda manipulación y demagogia del sistema, así como formas alternativas de acción política que recuperen la autoestima y el poder del pueblo. La necesidad de un partido de oposición de izquierda revolucionaria parece ser cada vez más apremiante. El sistema no va a caer con reformas, remiendos y parches, sino por la acción decidida de un pueblo cansado de lo mismo, harto de un solo sistema con varias caretas.


¿Ha pensado apoyar a un partido de oposición en las próximas elecciones? Ya es tiempo que lo haga, y que tenga el valor de asumir la parte que le corresponde en el cambio. Por lo pronto, haga camino al andar y marche con la frente en alto en las filas de los opositores al abuso. Diga NO al alza de tarifas.