notas sueltas

Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

martes, 16 de abril de 2024

HUELGA... ¿Y QUÉ MÁS?

 

“La justicia es la constante voluntad de dar a cada uno su derecho” (Justiniano).

 

La Unison está en suspensión de labores, las banderas rojinegras de huelga se pusieron en punto de las cinco de la tarde el día lunes 15 de este mes por parte de los trabajadores del STEUS, organización gremial de los trabajadores manuales y administrativos al servicio de la Universidad de Sonora.

La situación ha llamado la atención de los diversos medios informativos y la tropa variopinta de comunicadores y opinólogos está en pleno despliegue de sus habilidades descriptivas e interpretativas, puliendo las respectivas bolas de cristal para desentrañar el rumbo de conflicto, el encuentro de culpables, la naturaleza y monto de las afectaciones, la posible acción de las autoridades involucradas o por involucrar en términos de su competencia.

Por su parte, los estudiantes sin clases levantan la voz a favor o en contra de la huelga, siendo la segunda opción la que comúnmente termina siendo privilegiada por la prensa seria e institucional de siempre.

Los liderazgos estudiantiles de coyuntura, como es natural, claman por la solución del conflicto y acuden a las instancias y espacios propios del caso, como fue la conferencia de prensa del gobernador del Estado el día martes 16, que se convirtió en una cuenta más del rosario argumental del derecho constitucional de los estudiantes a la educación, frente al propio de los trabajadores a la huelga.

En realidad, no hay oposición o contradicción entre un derecho y otro, ya que corren por carriles distintos, por su naturaleza y alcances. En este sentido, resulta artificial y mal intencionado buscar su contraposición.

Por fortuna hay estudiantes que entienden la situación de los trabajadores y el derecho a la huelga como un recurso extremo para el logro de sus demandas, así que no es raro el apoyo estudiantil a los trabajadores. Recordemos que el estudiante de hoy es el trabajador de mañana.

Resulta probable que nadie les haya explicado que el derecho a la educación, así como su gratuidad, deriva de la obligación constitucional a la misma, pero en el nivel básico educativo a cargo del Estado. La educación superior es protegida e impartida por el Estado, pero no es obligatoria, sino opcional.

En cambio, el derecho de los estudiantes universitarios deriva del Reglamento Escolar, que establece los requisitos de ingreso, permanencia y egreso de los alumnos. En este sentido, en caso de huelga, el derecho a la educación subsiste y se reactiva en el momento en que la institución vuelve a la normalidad operativa, y se hace una recalendarización de los cursos en respuesta al tiempo requerido para su culminación.

Llama la atención que el gobernador haya hecho un recuento de las huelgas habidas en la UNISON para decir que nos alejan de la “excelencia”, como si la calidad formativa de la institución dependiera de negar el derecho de los trabajadores.

Insinuar que la calidad educativa depende de la ausencia de conflictos laborales, es tanto como condenar a los trabajadores a la inexistencia social y política que nuestras leyes plenamente les reconocen tras el triunfo de la Revolución sobre el Porfiriato, lo que es, por lo menos, un despropósito y un absurdo.

También lo es afirmar que “el estatuto sindical” establece como requisito que estalle la huelga para iniciar negociaciones, porque parece ignorar que los estatutos de los sindicatos se refieren básicamente a los principios que crean y justifican al sindicato, sus órganos de decisión, sus funciones y los derechos y obligaciones de los miembros, y que los aspectos y procedimientos laborales corresponden, como es lógico, a la ley de la materia.

Por otra parte, considerar que un sindicato que no se va a la huelga es “maduro”, es caricaturizar los intereses laborales, ya que las huelgas no son producto de la “inmadurez” sino de la ausencia de condiciones que permitan llegar a acuerdos y evitar echar mano de este recurso legal y legítimo de la clase trabajadora. Así las cosas, parece que el gobernador está mal informado.

En otro asunto, los trabajadores pensionados y jubilados afiliados al ISSSTESON siguen esperando que “les haga justicia la transformación”, en forma del pago retroactivo del incremento a sus pensiones. Se sabe que este gobierno ha sido sensible a las carencias de este sector de la sociedad, pero la única forma de remontar el rezago es… remontándolo.

 

 

 

viernes, 12 de abril de 2024

EL ASALTO

 “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es paz” (Benito Juárez).

 

Aún crece el moretón que Ecuador ocasionó en la piel de Latinoamérica al asaltar la policía con armas en mano la embajada de nuestro país.

En la peor tradición de los países bananeros el asalto se inscribe dentro del recetario dictado por la CIA o algún otro brazo de la “inteligencia” del Tío Sam, seguido puntualmente en naciones cuyos actores sociales y políticos obran como pequeños tentáculos del cefalópodo mafioso del norte que se autonombra “América”.

A pesar de los hechos y las evidentes violaciones al derecho internacional, tenemos gobiernos que no se atreven a condenar el asalto y llevarlo a las instancias internacionales competentes, en una omisión cobarde que atestigua su sumisión a Washington, y aquí destacan Argentina, Costa Rica, Uruguay y Paraguay.

Llama la atención la reciente visita de la general Laura Richardson, titular del Comando Sur del Pentágono a Argentina, donde el presidente Milei les concede la instalación de una base en la Antártida argentina a cambio de un avión militar. Así de barata es la soberanía y así de obsequioso es Milei.

Lo cierto es que la instalación de cada base gringa en Latinoamérica es un golpe directo a la seguridad de nuestro subcontinente, y una amenaza real a la estabilidad política de nuestros gobiernos. Aquí la pregunta sigue siendo ¿por qué tiene que haber bases gringas fuera de su territorio? ¿Qué razón hay para que tenga “comandos” en el norte y sur de nuestro continente, entre otros emplazamientos militares alrededor del globo terrestre? ¿Los estados nacionales no son libres y soberanos?

El caso en el que la policía asalta una sede diplomática, agrede físicamente a un representante del gobierno mexicano y se perpetra un secuestro a un asilado político es inadmisible y enteramente condenable, sentando un precedente que mancha la diplomacia no sólo latinoamericana sino mundial.

Las ya históricas intervenciones de Estados Unidos en los países cercanos y lejanos a sus fronteras deben ser tomadas con seriedad, y dar pasos firmes hacia la verdadera independencia, libertad y soberanía de las naciones, dejando de lado consideración de evidente tono colonial apenas disfrazadas con el ropaje de “lucha contra en narcotráfico”, “contra el terrorismo”, “por la democracia”, “por el progreso”, “por la cooperación internacional” entre otros subterfugios intervencionistas.

¿Por qué vemos como lo más natural que una potencia extranjera dicte la política económica y las normas de relación social en un modelo cuya uniformidad destruye la riqueza cultural y la diversidad latinoamericana?

¿O que provea de armamento a terceros países y lucre con la muerte y el dolor? ¿O que financie y prepare grupos que difícilmente pudieran escapar a la definición de terroristas, o grupos de la “sociedad civil” que actúan como palancas de desestabilización de gobiernos legítimos?

El atropello ecuatoriano a la embajada de México ha suscitado el azoro y la condena internacional, de tal manera que incluso la OEA y la ONU han deplorado el hecho. Sin embargo, parece difícil que de los dichos se pase a los hechos y que el violentador del derecho internacional sufra las consecuencias.

Quizá la impunidad bajo el manto de ser satélite de Estados Unidos logre que el gobierno de Ecuador se libre de las consecuencias de la acción que se señala. Quizá la ONU, la OEA, CELAC y la Corte Penal Internacional terminen buscando justificaciones y atenuantes, pretextos y dilaciones para no cumplir con lo que debiera ser la defensa de la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, de sus bienes, vehículos y funcionarios.

En un mundo unipolar donde ciertas regiones se consideran traspatio o reserva de recursos naturales y estratégicos, todo es posible. El derecho y la legalidad son chistes privados reservados para la sobremesa entre el hegemón y sus satélites. Los países con aspiraciones de ser libres y soberanos pueden esperar en la antesala.

En este juego de poder transnacional tienen un papel importante las campañas y reclamos sobre la protección “del ambiente”, de las “especies en riesgo de extinción”, de tal o cual producto de exportación “sospechoso de estar contaminado”, de las malas prácticas de pesca, entre muchos otros motivos de intervención, bajo los supuestos del tratado comercial vigente, que actúa como camisa de fuerza geopolítica.

Tampoco hay que dejar de lado la presencia de saboteadores nacionales que hacen nado sincronizado con los conglomerados informativos bajo la mirada de los intereses desestabilizadores de la potencia del norte. La oposición política-electoral presenta particular virulencia sin respetar los límites que marca la ética y los valores nacionales. La traición y la mentira flotan en el aire.

Es deseable que la comunidad latinoamericana y caribeña recupere, reconstruya y fortalezca los fundamentos de su identidad y haga del desarrollo la expresión de su voluntad independiente, que fortalezca sus lazos de hermandad y respetuosa convivencia, que avance en el camino de la multipolaridad y la soberanía poniendo un alto definitivo a la densa red de complicidades y argucias de índole neocolonial.

El asalto en Ecuador no sólo afecta la soberanía de México, sino que representa la obscena y cobarde cara del intervencionismo unipolar y de cómo la diplomacia y el derecho sólo pueden tener sentido y valor cuando se defienden. Ya basta.

  

viernes, 5 de abril de 2024

LA NUEVA MALDITA PRIMAVERA

 

“Las cosas que aborrezco son sencillas: la estupidez, la opresión, la guerra, el crimen, la crueldad. Mis placeres son escribir y cazar mariposas” (Vladimir Nabokov).

 

Muchos siguen horrorizados por los acontecimientos en Europa Oriental, y azorados pretenden entender el por qué del conflicto bélico entre Ucrania y la Federación Rusa, donde el malo de la película es, obviamente, Rusia, puesto como país agresor y enemigo de la democracia según el evangelio del Tío Sam, ignorando olímpicamente el contexto histórico, el fin de la guerra fría y, desde luego, los acuerdos de Minsk y la mano del Departamento de Estado.  

Otros no salen de su asombro al enterase de que se recrudece el conflicto palestino-israelí con un saldo de decenas de miles de muertos y contando.

El caso es que diariamente nos encontramos con una buena cantidad de notas informativas que pintan la primavera con colores más que sombríos, y las promesas de renovación parecen esfumarse en cuanto las expectativas optimistas de temporada se ponen en contacto con una realidad que va en sentido contrario.

A estas alturas del conflicto, es impresionante el número de consumidores de prensa que creen que el choque ruso-ucraniano empezó hace dos años por una invasión que escandaliza las buenas conciencias y convoca al mundo a enderezar sus baterías contra el agresor designado.

Los miles de millones de euros y dólares “en favor de la democracia y las libertades” se traducen en los hechos en una sórdida dependencia del país defendido hacia sus benefactores, quedando en el plan de estado fallido pero bendecido por los prestamistas internacionales (léase EUA y sus socios europeos) y con el beneplácito de los grandes fabricantes de armas y sus más que complacidos distribuidores.

La guerra en curso es, simplemente, una guerra económica que está arruinando a Europa, desindustrializando y descapitalizando su economía en beneficio de Estados Unidos que, como es usual, tira la piedra y esconde la mano. En este marco, mientras los gobiernos orientan su discurso en favor de las energías limpias, se invierten vidas y dólares en el control del gas y del petróleo.

Ahora, como durante el turbulento siglo pasado, el discurso va por un lado y la realidad por otro, planteando una paradoja que surge de las expectativas de sobrevivencia y de la forma de entender el mercado, donde los hechos debieran tener más peso persuasivo que las palabras.

Por otra parte, la idea de que el conflicto palestino-israelí parte de un ataque terrorista contra Israel resulta tan peregrina como suponer que Estados Unidos lucha por la democracia y los derechos humanos dentro y fuera de su territorio.

Aquí es importante considerar el dominio inglés sobre Palestina tras la Primera Guerra Mundial, y la influencia de la casa Rothschild que hizo posible la emigración y aspiración colonial de los judíos sobre ese territorio, y que fue justamente una decisión occidental apuntalada por Estados Unidos lo que dio por resultado en 1948 la creación del estado israelí, en perjuicio de Palestina.

En este contexto mafioso de falsedades y manipulación informativa internacional, reproduzco el trabajo en verso de Pedro Miguel ilustrado por Cintia Bolio en la revista El Chamuco, número 165, del 12 de enero de 2009, titulado Genocidio en Gaza, que ilustra la vieja intención colonialista de Israel contra Palestina:

 

Ataca Tel Aviv, a sangre y fuego, / las paupérrimas casas palestinas/ y como sus tendencias asesinas/ quedan al descubierto luego luego, / dice, con los escombros a la vista:/ “Aquí el que se defienda es terrorista”.

En los desamparados arrabales / mueren niños, ancianos y mujeres, / y las casa, con todos sus enseres, / incendian los soldados criminales, / pero dice Israel con displicencia, / que todo es legítima defensa.

No hay luz, agua ni gas; no hay hospitales / para curar civiles lesionados; / los pasos de frontera están cerrados, / no hay salidas aéreas ni navales. / En resumidas cuentas, así pasa / y así se vive el holocausto en Gaza.

Aduce Tel Aviv que su designio / es meramente humanitario; alega / que su demostración de furia ciega / nada tiene que ver con exterminio / y aquél que lo critique queda casi / sin remedio marcado como nazi.

Nomás eso faltaba: el asesino / a otros achaca sus horrores / y quiere culminar sin detractores / la matanza del pueblo palestino / que padece la infamia de una guerra / ideada para echarlo de su tierra.

Pues es eso, en el fondo, lo que quiere / Israel con su ímpetu incendiario: / perpetrar un despojo inmobiliario. / Por eso bombardea, mata, hiere, / y pretende que el mundo intimidado, / dirija la mirada hacia otro lado.

 

Como se ve, ni la bronca entre Rusia y Ucrania empezó hace un par años ni la de Palestina e Israel hace unos meses, aunque el común denominador es el sórdido interés occidental de apoderarse del patrimonio ajeno donde destaca el petróleo, a juzgar por la enorme reserva que posee Rusia y la que se encuentra sumergida frente a las costas de Gaza, bajo la mirada codiciosa de Israel, EUA e Inglaterra.

Al parecer, Occidente babea de ambición al contemplar las riquezas y ventajas estratégicas de Eurasia y el Medio Oriente, con aspiraciones de avanzar hacia China y otras regiones. Así pues, la lucha “por la defensa de la democracia y las libertades” tiene como trasfondo la más negra y hedionda de las ambiciones. Despertemos.

 


viernes, 22 de marzo de 2024

¿SE ESTÁ AMPLIANDO LA FRONTERA?

 

“El imperialismo es un sistema de explotación que se produce no solo en la forma brutal de quienes vienen con armas para conquistar el territorio. El imperialismo a menudo ocurre en formas más sutiles, un préstamo, ayuda alimentaria, chantaje. Estamos luchando contra este sistema que permite que un puñado de hombres en la Tierra gobierne a toda la humanidad” (Thomas Sankara).


Desde hace tiempo la pretensión de nuestros vecinos del norte ha sido aprovechar los recursos naturales de México en su beneficio. Durante el gobierno arizonense de John Fife Symington y el sonorense de Manlio Fabio Beltrones los ojos estuvieron puestos en Guaymas, como “el puerto de salida de Arizona”.

Para los gringos es muy fácil caer en la tentación de hacer cuentas alegres de recursos ajenos, incluyendo el territorio, el agua, los minerales, la vegetación y todo lo aprovechable para “hacer grande a América”.

El problema es que México es una nación independiente y Sonora un estado que no forma parte de la Unión Americana, sino que corresponde a otra soberanía, a otros intereses y otra idea de futuro.

Nuestros vecinos, antojadizos como son, cada tanto tiempo le echan el ojo al espacio y biodiversidad del golfo de California que, como es fácil ver, es parte del territorio nacional mexicano y no tiene ninguna costa que corresponda a la potencia del norte.

El mar Bermejo, llamado también mar de Cortés, ubicado entre la península de Baja california y los estados de Sonora y Sinaloa, es por todos lados mexicano. Tal obviedad geográfica y política no puede ni debe ignorarse.

Arizona padece falta de agua y no faltan proyectos millonarios que ofrezcan soluciones pragmáticas, lo que de nueva cuenta nos lleva al golfo de California.

Nuevamente se plantea como posibilidad la desalación de agua marina que provenga de nuestro golfo, como solución a su problema de crecimiento inmobiliario sin alternativas manejables desde la óptica del consumo racional y la sustentabilidad y, claro, el agua se iría, pero la salmuera resultante del proceso, y sus efectos ambientales, se quedaría en este lado de la frontera (https://goo.su/ASJmRf).

Al respecto, el gobernador de Sonora afirma desconocer la existencia de planes o propuestas concretas en esta dirección, aclarando que, en todo caso, el asunto es de la competencia del gobierno federal (https://goo.su/NB6WG).

Por otra parte, el echar mano de recursos ajenos pasa por la idea de que la soberanía no es producto de la voluntad de los pueblos, sino una especie de etiqueta despegable, algo así como una broma que circula entre los países latinoamericanos para diversión del gobierno y el aparato de seguridad gringo que ve la doctrina Monroe como ley suprema.

Sin embargo, por más nacionalista que sea nuestro discurso, se va ampliando el hueco en la integridad del territorio nacional gracias al gasoducto que se tiende desde Texas a Sonora con salida al golfo de California vía Puerto Libertad, justamente para servir de vía marítima al gas texano con rumbo a hacer la competencia al gas ruso en Europa.  

México, país defensor de la no intervención y de la solución pacífica de los conflictos, parece alinearse en favor de una de las partes en la guerra económica en curso, habida cuenta que la OTAN es el instrumento de control militar de nuestros belicosos vecinos en Europa.

Con el proyecto texano en marcha y las oportunidades de inversión transnacional del Plan Sonora, más la potencial decisión de usar el agua del golfo de California al instalar una planta desaladora en Puerto Peñasco, se fortalecería la región como punto de interés estratégico de los vecinos.

En uno y otro caso queda en duda el dominio efectivo de la nación sobre sus recursos, lo que hace bastante poroso el artículo 27 constitucional y, desde luego, lo atinente a la soberanía nacional en caso de divergencia con los intereses geopolíticos del Tío Sam.

Como se vea, el proyecto gasero en marcha, más los que se acumulen, hace guiños al comando norte de EUA y los sueños de tener el control del mar bermejo, a punto de ser zona de tránsito obligado de carácter estratégico para sus ambiciones imperialistas.

Así como van las cosas, es posible que la creciente tendencia en favor de la multipolaridad y la búsqueda de alternativas en materia de comercio internacional, sugieran la conveniencia de apoyar mecanismos como los BRICS, antes que basar nuestro desarrollo en la estrecha complementariedad con el norte.

Si se sigue la ruta de la dependencia, la soberanía y el dominio de la nación sobre sus recursos estará en juego. En todo caso, sería deseable tomar decisiones oportunas de cara al interés nacional y al de Latinoamérica en su conjunto.

Por lo pronto, es importante no caer en las trapacerías de quienes llaman a la intervención de Estados Unidos o España en asuntos de nuestra exclusiva competencia. Digamos no a la intervención extranjera y a los políticos apátridas que desde adentro les hacen el trabajo con el señuelo engañabobos de la “libertad” y la “democracia”, siendo que es justamente lo contrario.

Para cualquier efecto, la frontera del vecino de ninguna manera debe ampliarse a costa de la nuestra.  

 

   

viernes, 15 de marzo de 2024

¿Y QUÉ PASÓ AQUÍ?

 “La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros” (Noam Chomsky).

 

Comprender la situación actual puede ser una de las imposibilidades prácticas que enfrenta cualquier ciudadano medianamente informado, habida cuenta que la adicción al Facebook, X y la prensa “seria” pueden causar una fea enfermedad progresiva y mortal para las células cerebrales sin dejar de lado el hígado y el aparato digestivo.

Y es que la mente se empieza a formatear de manera antagónica con cualquier noción de supervivencia, al tragarse la densa sopa que los medios de comunicación sirven cada día en forma de “notas informativas” que echan por tierra cualquier idea de decencia, dignidad y sentido de la realidad y, lo más dramático, de identidad nacional.

Que un extranjero, sea hombre, mujer o quimera, nos venga a decir cómo debe ser la democracia y el proceso electoral, incluso por quién debemos votar, ya es el colmo y no por la simple presencia extranjera sino porque los patrocinadores de la visita y promotores visibles del discurso son ciudadanos mexicanos.

Puede ser una representante de la aristocracia española, el embajador del Tío Sam, un político, una personalidad intelectual o mediática europea o sudamericana quien se ponga a hablar acerca de lo que debe ser el rumbo de México, lo cual es el jodido colmo del abuso y la falta de respeto.

También lo es que, desde el gobierno gringo, español, francés o de cualquier otra nacionalidad, alguien se ponga a pontificar acerca de los milagros de adoptar su forma de entender la democracia, las inversiones, las finanzas o criticar la forma de torear chiles, de matar pulgas o de forrar curules o escaños mexicanos.

Pero, lo que más huele a cloaca es que las autoridades judiciales altas, medianas o bajas, se empeñan en servir de tapete a la impunidad de delincuentes de cuello blanco, gris o del color que sea, bailando un zapateado encima de la Constitución y las leyes que de ella emanan.

Así tenemos el otorgamiento de garantías a un violador de menores, a un delincuente fiscal, a un defraudador financiero, a un vivales que sangra el patrimonio nacional o que, tras la cobertura de alguna ONG o grupo de la “sociedad civil”, chupa dinero nacional o extranjero y sirve de medio de desestabilización política nacional.


Lo singular del asunto político-electoral actual es que se visibilizan mecanismos de redirección de los organismos autónomos en aras de cumplir una agenda contraria al interés nacional, operada y representada por personajes seducidos por el dólar, uncidos a la idea de “democracia” que promueve el departamento de Estado y las agencias de inteligencia que traman golpes de estado y defienden a capa y espada el “derecho” al aprovechamiento de los recursos ajenos, así como la colonización ideológica de las fuerzas autóctonas.

Como si fuera un laboratorio de ingeniería social, el país vive la intensidad de los gritos y sombrerazos en forma de marchas, plantones y portazos, aderezados con actos vandálicos y de violencia a nombre supuestamente de la paz, las libertades y, desde luego, la democracia, cuya andadura es magnificada por los medios corporativos de información.

Así que no faltan expresiones a voz en cuello que denuncian la represión, la dictadura y la ausencia de garantías para hablar, escribir o actuar mientras marchan, publican infundios y atacan libremente al gobierno en diversas formas, incluyendo el acordar medidas que nulifiquen judicialmente las reformas propuestas por el Poder Ejecutivo para el cumplimiento del proyecto por el que la mayoría votó en 2018.

Mientras, la prensa estira la liga de la libertad de expresión y de información y pinta de rojo el panorama nacional, acreditando los hechos violentos como factor determinante de inestabilidad y riesgo electoral en un contexto en el que todos van, vienen, viajan, escriben, hacen negocios y disfrutan de garantías plenas para su ejercicio profesional.

Pero tampoco falta el expresidente que, estando embarrado de sangre y corrupción, se da baños de pureza y convicción democrática y republicana mientras come de la mano de la monarquía española y la esperpéntica aristocracia y oligarquía franquista, criticando al gobierno del país que dejó. El olor a la podredumbre de aquí o del otro lado del Atlántico es, de cualquier manera, inconfundible.

Flota en el aire la pregunta de cómo un mexicano puede servir de instrumento para las maniobras desestabilizadoras de un poder extranjero, y cómo se protege a delincuentes desde el Poder Judicial y se permite la acción de mercenarios que “calientan la plaza” con el propósito de nulificar el proceso, o desacreditar el previsible resultado electoral, mientras se regodean con el supuesto avance en encuestas de una oposición que simplemente no levanta ni expectativas de triunfo ni garantía de progreso… aunque los prianistas y su candidata digan falazmente lo contrario.

Decir que López Obrador es comunista, dictador, represor, antidemocrático, incluso satánico y ateo, y que nos está convirtiendo en Cuba o Venezuela, es un hilo argumental tan delgado que no resiste el mínimo jalón de la realidad, a juzgar por los quejosos que hacen, dicen y gesticulan con total soltura e impunidad aún en actos de flagrante vandalismo y abuso de las libertades.

La mentira, el insulto y la agresión no califican como materiales de construcción de una nueva sociedad incluyente y democrática, por lo que ya va siendo tiempo de enterrar el cadáver putrefacto del neoliberalismo de guarache y la subordinación nopalera a poderes e intereses extranjeros. Ya basta.


 

sábado, 2 de marzo de 2024

LA VERDAD NO ES COMO ANTES

 “Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios” (Abraham Lincoln).

 

En los tiempos que corren la verdad, tal cual es, resulta aburrida, plana, sin matices que puedan despertar la imaginación de quienes la escuchan, de ahí que el discurso político, o la narrativa si se quiere, debe recurrir al maquillaje conceptual como forma de sobrevivencia, toda vez que al decir discurso nos referimos a la parte verbal o escrita de un proyecto y a su parte operativa, es decir, a los dichos y a los hechos.

En cambio, “la narrativa” se reduce a la expresión de algo que no requiere demostración, que carece de relación directa con la vida real y es fácil adaptarla a la ocasión, en este caso al período preelectoral que vive el país, donde se minimizan los logros del gobierno y se magnifican o, de plano, se inventan los errores.

Pero, permítame decirle de qué va este asunto:

De un tiempo a esta parte, la necesidad de articular una oferta político-electoral atractiva ha tenido que recurrir al maquillaje de la realidad de manera que permita armar una narrativa basada en las supuestas fallas, errores y perversiones del partido y gobierno antagonista, que se pretende sustituir por vía del proceso electoral, en este caso Morena y la 4T.

En este contexto, la verdad sobre la realidad y la realidad misma se relativizan, manipulan, tergiversan y deforman de manera que la nueva versión de los hechos encarne una forma de enlodamiento fácilmente reproducible en los medios de información disponibles. Así pues, se crea una imagen que no necesariamente tiene base objetiva, sino que se corporiza en las palabras: es propaganda confeccionada con mentiras o medias verdades, lanzadas a la libre interpretación de su auditorio, en favor de la vieja clase política disfrazada de nueva y alternativa.

La verdad como tal es irrelevante y en muy buena medida estorbosa. Los hechos sujetos a comprobación no importan, porque el juego consiste en afectar la conciencia de los posibles electores mediante la repetición de los mensajes y la aparente verosimilitud de las afirmaciones, algo así como la reedición nopalera de los postulados de Joseph Goebels, el artífice de la manipulación propagandística de la Alemania nazi.

En este juego de embarramientos no importa que los promotores de la campaña estén ligados políticamente a delincuentes como García Luna, procesado en Estados Unidos por narcotráfico, para tomarse la libertad de acusar al presidente López Obrador de “narco presidente”, y a la doctora Claudia Sheinbaum como “narco candidata”.

Tampoco importa que quienes absuelven a delincuentes de cuello blanco, desbloquean cuentas ligadas a personajes del crimen organizado y absuelven a violadores de menores sean los mismos que operan la oposición judicial contra las iniciativas presidenciales en materia de economía y soberanía nacional.

Tampoco importa que quienes reclaman democracia y elecciones libres sean los mismos que no hace mucho organizaban el fraude electoral, el acarreo y la compra de votos, y que ahora se desgarran las vestiduras mientras buscan la vigilancia electoral extranjera, y que además cuentan con la participación de Lorenzo Córdova, exárbitro electoral que sale del closet como agente de la derecha y exhibe la parcialidad que siempre lo caracterizó cuando estaba encaramado en el INE.    

Así pues, la diatriba, la vulgaridad sebosa y chabacana expresada en forma verbal y escrita hace que la campaña electoral se convierte en una especie de pelea en el lodo, en la que el público se divierte viendo a los contendientes embarrarse en una lucha de estercolero, pegando chicles o diciendo pendejadas. La verdad, como se podrá entender, es irrelevante, cuando la suciedad y la descalificación son las estrellas del espectáculo.

La verdad, como se ve, ya no es como antes. Ahora se puede manipular, reacomodar, deformar a conveniencia, con la insolencia propia de quienes son parte de un sistema que insiste en permanecer en un contexto que, a estas alturas, lo define como un cadáver insepulto.


El PRI, el PAN y el PRD, otrora partidos antagónicos, forman parte de la yunta dominada por el junior parasitario Claudio X. González, cabeza visible de la reacción más rancia con ligas internacionales de extrema derecha, en una patética metamorfosis donde el común denominador es la claudicación a sus principios fundacionales.

Son partidos fachada, vacíos de contenido que actúan como zombis, unificados por obra del dinero y al servicio de intereses ajenos al bien común, de espaldas al interés nacional y que merecen, por lo tanto, un nuevo Cerro de las Campanas electoral.

En otro lugar del planeta, donde también el delincuente pasa a ser perseguido político y a la víctima se le considera agresor, incluso terrorista, tenemos el caso del pueblo palestino que es masacrado en Gaza por el Estado de Israel apoyado por Estados Unidos y socios europeos que sostienen que Israel, pueblo bendecido por Dios y Occidente, tiene derecho a la defensa, a la impunidad histórica tras el holocausto nazi.

Por eso matan civiles indiscriminadamente, por eso se defienden eliminando futuras amenazas mediante el asesinato de menores de edad y de mujeres embarazadas. La lucha de Israel y Occidente contra el terrorismo abarca el futuro, y no tiene fronteras ni reconoce derechos ni soberanías. Como se ve, tampoco la justicia es como antes.

                         <En memoria de María Antonieta Gil Vea, 1944-2024>



 

miércoles, 21 de febrero de 2024

LA MARCHA

 “La democracia es el destino de la humanidad; la libertad su brazo indestructible” (Benito Juárez).

El domingo 18 de febrero será recordado con entusiasmo taurino, porque se dieron capotazos a la democracia, convertida en objeto de divertimento y jolgorio; de pretexto para tirar balazos al aire con la seguridad que sus cartuchos de salva sólo iban a tener un bonito efecto ambiental junto con las pancartas, el sonido, las consignas y la cursilería que acompaña a las imitaciones populares de la derecha encaramada en el pasado.

Se vio el fluir de gente decente, en el sentido porfiriano, marcharon las gentes de razón, en el sentido colonial, y lucieron camisetas y accesorios a propósito de la lucha por la democracia, por la limpieza de las elecciones, por no volvernos Venezuela o Cuba, por conjurar los demonios del comunismo que alienta López Obrador y su corte infernal de Morena.

Los marchantes olorosos a agua de colonia o perfume de importación jugaron a ser pueblo, a parodiar a los del 68, a invocar a otros muertos tan lejanos y distintos a ellos, tan chairos como jamás lo serán ellos o sus pastores, los Claudio X, los Markos, los Chuchos, los Alitos, los Fox, los Creel, las Gordillo, o las Zavala, luciendo galas apartidistas en una lucha que, para serlo, tiene que ser política por necesidad.

La nueva ciudadanía que acusa al presidente de tirano, de dictador, de represor, marcha y grita a voz en cuello su añoranza a la libertad de expresión, que desean elecciones libres en un país donde en el 2018 la gente votó como quiso, donde la protesta se respeta y la libertad de expresión se garantiza.

La dictadura sui generis que padecemos está anclada en la mente de quienes extrañan el control electoral del Salinato, el entreguismo del Zedillato, la parodia electoral del Foxato, el fraude del Calderonato, la telepresidencia de Peña Nieto, y la dura represión del largo período prianista, algo así como ponerse el huarache mediático antes de espinarse con la ausencia de su causa.

Los argumentos presentados por las dirigencias partidistas convertidas en ciudadanas, tuvieron que recurrir al miedo por anticipado, a la sospecha como certidumbre, a la mentira como sustituto de una verdad que les duele: en México no hay dictadura, no vamos a convertirnos en Venezuela o Cuba, la política social es una reparación al daño que durante décadas se ocasionó a la población, sobre todo la de menores ingresos económicos, y no una compra de votos.

Los apoyos a la población no son electoreros, como sí lo fueron los repartos de despensas, comilonas de barrio, gorras, sombrillas y otros materiales por parte del PRI y el PAN, cada tres o seis años. Las becas y apoyos son parte de una política distributiva que ya tiene rango constitucional, para cumplirse haya o no elecciones.

A parecer, la ausencia de razones socialmente válidas para la inconformidad, molesta a los empresarios, a los defensores y beneficiarios del trato excepcional, de favores, de los pactos al margen de la ley, pero protegidos y hasta legalizados por jueces y magistrados dedicados a engordar su cuenta corriente y mantener su alto nivel de vida.

La nueva clase porfiriana sufre de urticaria y miedo cuando la chusma llega al poder, se instala en las instituciones y llama a las cosas por su nombre. Piensan que si la igualdad se generaliza pierde su encanto. La democracia en manos de muchos puede ser irresponsable, de ahí que haya que vigilarla y defenderla con marchas, pancartas, consignas y prendas de vestir rosa, y amparos contra leyes nacionalistas que huelen a pueblo, a historia.

La marcha del domingo fue una sin causa, sin visión de futuro, aunque preñada de añoranza, de lo que pudo haber sido y no fue, de aquél paraíso perdido por obra de la voluntad popular, de los privilegios arrebatados por mandato legal, de la puesta en orden de un país con voluntad de ser libre y soberano, y que el neoconservadurismo apátrida llora en el hombro de Estados Unidos y España.

En esta pasarela callejera, la amenaza de una supuesta nueva constitución que en su artículo 139 dispone que nos quitarán la casa y que nos obligarán a compartir lo nuestro con gente ociosa y extraña, circuló como lo hace el agua en un resumidero, en un despliegue de absurdos que de no ser lamentables resultarían risibles. ¿Los ciudadanos marchantes sabrán lo complicado que es el proceso legislativo, además de que la Constitución sólo tiene 136 artículos?

Es imposible dejar de preguntarse si la gente es así de manipulable, así de ingenua, así de huérfana de información o de sentido común.

En fin, la derecha marchó de rosa, pasando del INE no se toca al INE sí se toca; marchó por la vuelta al pasado, por los privilegios, por los buenos tiempos de la compra de votos, de los gastos faraónicos de la burocracia dorada, de la exención y condonación de impuestos, de la venta de los recursos nacionales a precio de regalo, de la injerencia extranjera bendecida por el empresariado y las buenas conciencias de sacristía y campanario. Marchó por un estilo de vida y de gobierno que el pueblo rechazó en 2018.

Marcharon, parodiando al pueblo, mintiendo una vez más en esta puesta en escena con especial llamado al intervencionismo extranjero, al manoseo mediático de un proceso que sólo corresponde al electorado mexicano, y a nadie más.